Prólogo
Se debe entrar a “Collares de acacias” de puntillas, sin hacer ruido, para no disturbar la paz que se respira. Y observar. Frente a nosotros se desplegará el espectáculo del mundo interior de Nélida Cañas, narradora y poeta prodigiosa que, con su escritura sutil y preciosista, logra trasladarnos, casi sin
que nos demos cuenta, a aquellos tiempos que ya no existen más, inasibles y frágiles como la flor de acacia, pero que aun así continúan presentes, porque habitan en la memoria.

Es así como los treinta y ocho relatos que integran este libro se vertebran en torno a la nostalgia, la niñez y la pérdida de la inocencia, la naturaleza desbordante. En este libro encontraremos homenajes a las y los artistas que pueblan el imaginario de la autora, tales como Georgia O’Keeffe, Pina Bausch y Jorge Luis Borges, entre otros. También relatos claramente autobiográficos, donde comparte el asombro que se genera aún en la cotidianeidad, y algunos
más donde, utilizando el elemento metatextual asimila, de manera muy acertada, el arte de la escritura a un animal salvaje. Aquellos relatos que hablan sobre la familia tienen la capacidad de invitarnos a indagar en la memoria. ¿Qué recordamos de nuestra propia madre, de los juegos de infancia,
qué reminiscencia se nos grabó a fuego en el corazón?

La misma autora manifiesta en uno de sus relatos: “Escribo como una manera de resistir la impiedad del mundo”. La lectura es un refugio cálido, siempre dispuesto para recibirnos. Así pues, dejémonos acariciar por la prosa delicada de Nélida, y engarcemos estos relatos como si de collares florales se
tratara, flores que brotan del árbol majestuoso de la literatura, al igual que las acacias de la mítica Zerzura.

Paola Tena
Escritora mexicana